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Bus 375: el bus de la media noche

Actualizado: 25 mar 2020

El motor ruge en la oscuridad. Los asientos están más duros de lo usual, más fríos. Quizás es la incomodidad del cansancio. Has pasado tu día entero en el trabajo y una siesta te caería bien. Pero mantienes tus ojos abiertos. No los puedes cerrar aún. Ves el paisaje por la ventana y el reflejo de las luces del interior del bus que crean una imagen duplicada. Afuera, la luna resplandece en la noche y las pocas nubes que hay la adornan. De repente, el bus para y tú volteas a ver qué ha sucedido. Las puertas se abren y dejan que un aire intenso entre al autobús. Por la esquina de tus ojos ves movimiento, son tres hombres vestidos con ropa antigua.

La leyenda del Bus 375 nace en Beijing, China. A diferencia de otros cuentos de terror, este viene de una historia verdadera. El 14 de noviembre de 1995, un joven y una anciana estaban esperando en la parada de bus. Era el último que pasaría esa noche fría. Cuando vino el bus, se subieron. No se hablaron y guardaron su distancia, era un viaje común y corriente para ambos.


De repente, tres hombres aparecieron en la carretera y le hicieron señales al conductor para que los dejara subir. Él tuvo dudas, pues no estaban en una parada oficial, pero en un acto de misericordia les permitió que entraran. La señorita que recogía los tiques les dio la bienvenida y entraron. Ellos tenían ropa tradicional, de la dinastía Qing. Aunque nadie pensó mucho de ello: asumieron que eran actores que no habían tenido tiempo para cambiarse. Dos de los nuevos pasajeros cargaban al tercero quien tenía el pelo desordenado y largo de manera que cubría su cara la cual miraba al suelo.


El bus se empezó a vaciar mientras pasaban las paradas y, poco después, la anciana se levantó muy enojada. Acusó al joven que había estado en la misma parada que ella de haberle robado su bolso. Él protestó diciendo que ella estaba loca y que él nunca haría algo similar. Sin embargo, ella insistió y armó un escándalo. Fue tal que el mismo conductor del bus tuvo que intervenir para calmar la situación. Pese a todo lo que le decía a la anciana, ella se rehusaba a calmarse y exigió que fueran a la estación de policía juntos donde podría poner una denuncia en contra del joven. El conductor aceptó esto y descendieron en la siguiente parada.


Al bajar, el joven siguió gritándole a la anciana antes de darse cuenta que en el lugar donde estaban no había ninguna estación de policía cerca. Se dirigió a la anciana quien había recobrado la compostura y se mostraba mucho más calmada. Ella simplemente le respondió “te salvé la vida”. Explicó que ella se había sentido mal desde que entraron los tres señores al bus. Al principio, pensó que simplemente era un prejuicio, pero decidió observarlos de todos modos. En una parada, el viento entró y movió las túnicas de los pasajeros revelando que no tenían pies. ¡Estaban flotando! Esto escandalizó a la anciana. Rápido se dio cuenta que no eran hombres: eran fantasmas. Intentó tranquilizarse y dominar su miedo, pero con el paso del tiempo y que cada vez había menos gente en el bus decidió que debía actuar. Era ahora o nunca. Armó su plan ingeniosamente y lo efectuó.


El joven comprendió, pero decidió junto con la anciana que lo mejor era reportar el incidente a la policía. Esto mismo hicieron, pero en la estación solamente se rieron en sus caras. “¡Eso no es posible!” decían algunos, mientras que otros cuestionaban “¿será la anciana la loca o el joven?” Una historia de fantasmas simplemente no era un crimen. Ante esta reacción, ambos testigos se fueron a sus respectivos hogares.


A la mañana siguiente, se reportó una misteriosa desaparición. El bus 375 nunca había llegado a su destino, Fragrant Hills. Los policías quedaron atónitos. No era posible que fuera el mismo que había sido abordado por supuestos fantasmas. Llamaron a los dos testigos quienes certificaron que era ese. Lo buscaron, pero sus investigaciones fueron infructíferas. No había rastro de nada.


A los tres días se encontró el bus en un depósito. Nadie sabía cómo había llegado allí. Los policías entraron con cuidado. El olor era insoportable. Sus mascarillas no eran suficiente para protegerlos de la peste. Enfrente de ellos encontraron tres cuerpos: el del conductor, la asistente y un cuerpo no identificado con pelo largo.


Ante el descubrimiento de este homicidio, los detectives empezaron una investigación a profundidad, pero lo que encontraron era verdaderamente escalofriante.


Las cámaras de seguridad fueron lo primero que vieron, querían saber cómo llegó el bus allí, tan lejos de su destino original. En los vídeos no encontraron ninguna pista. ¿Cómo pudo haber desaparecido la entrada de un bus a un depósito de las cintas de video?

Después, vieron el depósito de gasolina. Esta no debió haber sido suficiente para llegar al depósito. A penas podía haber llegado a Fragrant Hills. No había evidencia de que hubieran ido a una gasolinera, pues en lugar de combustible encontraron sangre humana chorreando por el costado del bus. Este fue el químico que llevó el vehículo hasta el depósito.

Al llevar los cuerpos a la morgue, les fue increíble que solamente hubieran pasado tres días desde que murieron, pues el proceso de descomposición estaba increíblemente acelerado. Parecía que hubieran estado muertos desde hace meses. Incluso bajo circunstancias mucho peores a las que fueron encontrados los cuerpos, hubiera sido imposible que se destruyeran tan rápido.


Todos estos factores indican que lo sucedido esa noche fatal de 1995 fue algo supernatural. Hasta la fecha, las autoridades chinas no han emitido ningún anuncio para revelar la verdadera causa de muerte de las víctimas. Sin embargo, el Internet es un lugar perfecto para las teorías. Algunos piensan que los dos hombres que cargaban al tercero eran, en realidad, asesinos y el hombre que encontró la policía era su víctima. Esto explicaría por qué nunca se supo más de estos dos.


No importa cuántas teorías surjan respecto a este caso. Alrededor de él quedan demasiados hilos suelto, demasiadas preguntas que quizás nunca tendrán respuesta. A veces hay cosas que solo el más allá puede explicar.

 
 
 

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